DEJA QUE ASPIREN MIS HIJOS TUS OLOROSAS ESENCIAS

 

                             "DEJA QUE ASPIREN MIS HIJOS TUS OLOROSAS ESENCIAS”


“Oh, Libertad, que perfumas las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias...” Nada puede ser más bello e inspirador que nuestro himno departamental. Cuando Epifanio Mejía lo  escribió, debió haber evocado el inolvidable aroma a fogón de leña, maíz y frijoles (frisoles)  que uno encuentra al acercarse a una de esas casas campesinas pintadas de rojo y blanco, incrustadas en las faldas de nuestras montañas.

Hoy escribiré sobre dos personajes muy comunes, pero de gran importancia en nuestra gastronomía y origen: el maíz y el frijol.

De todas las nuevas comidas e ingredientes que Cristóbal Colón encontró en el Caribe, el maíz fue el más relevante en la historia y en la economía mundial. El nombre "maíz" proviene del Taíno (indígenas que ocuparon las Antillas) "mahiz". Algunas culturas indígenas mesoamericanas lo llamaban "la madre santa". Durante sus visitas a Cuba, Cristóbal Colón mencionaba que "sabe delicioso hervido, asado o molido en una harina".



Aunque fueron los españoles quienes comenzaron la distribución del maíz por el Mediterráneo, fueron los venecianos quienes llevaron este grano al Cercano Oriente, desde donde viajó a los Balcanes y de regreso a Francia, Inglaterra y Holanda. En 1519, cuando Magallanes decidió llegar a las "islas de las especias" (Islas Molucas) vía oeste, llevó consigo algunas semillas de maíz. Con el tiempo, se hizo conocido en Filipinas. Para 1555, el maíz era suficientemente conocido en algunas regiones de China, al punto que en el siglo XVII transformó la agricultura en las regiones chinas de Yunnan y Szechuan, siendo un producto que salvó a millones de personas del hambre durante la migración a las montañas de los habitantes del delta del Yangtsé.

Fueron los portugueses quienes introdujeron la siembra del maíz en África con el fin de proveer con comida barata a sus barcos de esclavos.

Con el tiempo, la salud de aquellos europeos que adoptaron el maíz como único alimento empezó a deteriorarse. Lo mismo ocurrió y ocurre en África hoy en día. La razón es el alto consumo de maíz sin otras comidas que contengan suficiente proteína y niacina (vitamina B3), lo que se conoce como pelagra (dermatitis, demencia y diarrea). En las Américas, esta enfermedad es escasa porque, aunque se cree que el maíz contiene niacina, este se encuentra de forma ligada, y con el proceso tradicional de agregar ceniza y/o cal y luego cocción para hacer arepas y tortillas, es posible que la niacina se haga más disponible para el cuerpo humano. Coincidencia o no, nuestras culturas siempre han consumido maíz y frijol. Esta combinación, con el aporte proteínico del frijol, se cree que ha colaborado para evitar la pelagra en nuestras poblaciones.

El frijol y las arvejas (leguminosas), después de las orquídeas y margaritas, están en el puesto número 3 entre aquellas plantas que más florecen, y se encuentran en el segundo lugar en la dieta humana después de las familias de cereales (maíz, arroz, trigo, etc.).



La contribución especial del frijol es su gran contenido de proteínas, dos veces mayor que el del trigo y el arroz. Esta característica la obtiene por su simbiosis con una bacteria del suelo llamada Rhizobium. Estas bacterias fijan el nitrógeno del aire a las raíces de las leguminosas en una forma que estas lo convierten en aminoácidos (componentes de las proteínas) y luego en proteínas.

Varios componentes químicos del frijol son los causantes de esa incómoda y a veces penosa sensación que ocurre después de ingerir leguminosas: la generación de gases en el sistema digestivo. Gracias al metabolismo de nuestras bacterias residentes en el sistema digestivo, todas las personas producimos más o menos un litro diario de gas. Muchas leguminosas, en especial los frijoles, causan un incremento en la actividad bacteriana y, por ende, en la producción de gas. Esto se debe a que los frijoles tienen un alto contenido de ciertos carbohidratos (oligosacáridos) que nuestras enzimas digestivas no son capaces de convertir en azúcares absorbibles y que las bacterias sí lo hacen. ¿La solución? Hervir brevemente en agua abundante los frijoles, dejar reposar, cambiar el agua y dejar remojar. Esto enjuaga los carbohidratos, pero también elimina gran parte de las vitaminas, minerales, nutrientes, color y sabor. Es una decisión de costo/beneficio. Nunca se deben agregar sustancias ácidas (tomate, salsa de tomate) a los frijoles crudos. El ácido endurece los frijoles y no permite que se cocinen bien. Estas sustancias se agregan cuando los frijoles ya estén cocinados. Cocinarlos bien también ayuda a reducir momentos embarazosos y, por último, ¡más es también bueno! Se cree que entre más leguminosas se consuman, el cuerpo va adquiriendo cierta disponibilidad para mejorar su función a la  digestibilidad de estas.


La próxima vez que consumamos una arepita y/o unos frijolitos, hagamos honor a dos de los ingredientes que más han influenciado a la humanidad y que están tan arraigados en nuestra cultura gastronómica.

RECETA

PASTEL DE MAÍZ CON QUESO GRUYERE

Porciones 8

INGREDIENTES

- 4 huevos batidos
- 350 grms. de crema de leche
- Sal & pimienta al gusto
- 600 grms. ( 4 tazas) de maíz dulce 
- 300 grms ( 3 tazas) de queso gruyere rayado
- 55 grms. (1/4 de taza ) de cebolla cortada en cuadritos
- 350 grms (3 tazas) de polvo de bizcocho
- 60 grms (1/4 de taza) de mantequilla derretida

PROCEDIMIENTO

1. Precaliente un horno a 350 F (175 C)
2. En un tazón grande mezcle bien los tres primeros ingredientes.
3. Adicione el maíz, la mitad del queso y la cebolla
4. Engrase un molde de hornear suficientemente grande (28 cms x 18 cms . aprox) que le 
    quepa la mezcla. Adicione la mezcla
5. Mezcle bien  la mantequilla derretida  con el polvo de bizcocho
6. Espolvoree la mezcla del polvo de bizcocho y el queso restante sobre la superficie de la 
    mezcla.
7. Hornee sin cubrir hasta que quede dorado. Unos 35 a 45 min. Deje reposar unos 10 min. 
    antes de servir

Variantes:

- Usar 1 tasa de queso azul (dentro de la mezcla)  y el resto queso gruyere
- Adicionar un poco de ají en escamas
- Usar mitad maíz y mitad fríjoles ya cocidos. 

 












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