REBAJANDO LA GORDURA DEL DESPERDICIO
En estos días, le pegué una
“requisada” a mi alacena y nevera. Como siempre, boté comida lo que me hizo
sentir triste por no haberla usado antes de que se dañara. Siempre es lo mismo:
se me antoja preparar algo, compro un sin número de ingredientes, sobran
ingredientes, pasan los días, los boto a la basura y arranca el ciclo de nuevo.
Aunque la cantidad de comida que va a parar a la basura de cuenta mía no es mucha, si sumamos todas las personas e instituciones que botamos comida, esta si es mucha. Es importante distinguir entre “pérdida” de comida y desperdicio de comida. Para esto es importante definir la cadena alimentaria que empieza con la tierra donde se siembra o se cría el animal, puntos de venta, restaurantes e instituciones y hogares.
Ciertamente, alguna pérdida de comida es inevitable y la causa puede ser un clima violento, enfermedades, infecciones e insectos que invaden nuestras tierras y que pueden ser incontrolables. También, hay pérdida en el almacenaje, deterioro del producto y desperfectos mecánicos. Por el otro lado, hay desperdicio cuando algo comestible no es consumido por la acción o inacción del hombre.
En el desperdicio, hay
culpabilidad así sea por elección de una persona, por un error de negocios, o
por política gubernamental. El desperdicio se da por la decisión de alguien en
la cadena tierra-consumidor. Un agricultor decide dejar perder una cosecha por
que el precio de venta no le satisface, un tendero decide botar algunas
legumbres porque su estándar no es suficiente para satisfacer a sus clientes,
nosotros dejamos que se nos pudra comida en nuestras neveras porque decidimos
comer por fuera de la casa.
En algunos países, se está
trabajando en la reducción del desperdicio como ampliando las fechas de consumo
que indican la mayoría de los productos sobre todo los perecederos, reduciendo
de alguna manera los estándares físicos que deben tener los productos
perecederos y donando algunos productos perecederos a instituciones sin ánimo
de lucro y que alimentan a personas sin recursos económicos.
Los cambios vendrán cuando haya
un esfuerzo concertado, cuando aprendamos a respetar la comida en nuestras
neveras y cuando compremos lo que comemos y nos comamos lo que compramos. Hoy a
inicios del 2024, se estima que cada año se pierde un tercio (1 tercera parte)
de la comida que se produce para consumo humano. Estudios sugieren que la pérdida se debe a
temas tan variados como la falta de infraestructura de frío y almacenamiento,
exigencia estricta en fechas de vencimiento y promociones como “compre una
lleve dos” y consumidores que exigen productos cosméticamente perfectos.
Si se tiene en cuenta las predicciones de las Naciones Unidas donde la población mundial crecerá en tres billones de personas para finales del siglo 21, habrá una gran presión sobre los recursos como agua, tierra y energía para producir comida. Además, los estudios sugieren que Entre un 30% y un 50% o 1,2 a 2 billones de toneladas de la comida producida en el mundo nunca llega al estómago de los humanos. Esta se pierde.
- Un 30% de los sembrados de vegetales en
Inglaterra, no se cosechan porque no cumplen requisitos estéticos (tamaño,
color, peso, apariencia)
- Por lo menos un 50% de la
comida comprada tanto en los Estados Unidos como en Europa, termina siendo
tirada a la basura por los consumidores.
- Cerca de 550 billones de m3 de
agua son desperdiciados en sembrados de productos que nunca llegan al
consumidor.
- Para producir un kilogramo de
carne es necesario entre 20 y 30 veces más agua que para producir un kilogramo
de vegetales.
- La demanda por agua para la
producción de comida en el 2050, podría llegar a 13 trillones de m3. Esta cifra
es 2.5 a 3.5 más que el consumo humano hoy en día. Este aumento, podría
llevarnos a desabastecimientos bastantes peligrosos.
Los estudios informan que existe un potencial para proveer entre un 60% y 100% más de comida solamente eliminando el desperdicio, además, de lograr liberar recursos importantes de tierra, energía y agua. Los cambios vendrán cuando haya un esfuerzo concertado; cuando aprendamos a respetar la comida en nuestras neveras y cuando compremos lo que comemos y nos comamos lo que compramos.
¿Qué va a hacer usted? En A LA
MINUTE, somos conscientes de esto por lo que las comidas de A LA MINUTE, son
diseñadas, preparadas y empacadas para que nuestros usuarios tengan posibilidad
de disfrutar una comida saludable, con el mínimo de desperdicio y esfuerzo. Con
A LA MINUTE, usted ahorra tiempo, ahorra en servicios públicos, no tiene mermas
ni desperdicio, no necesita comprar inmensos frascos de salsas que se dañan en
las alacenas, ni legumbres que se pudren en la nevera.
RECETAS PARA REDUCIR EL DESPERDICIO
1.
Verifique que la temperatura de
su nevera esté entre 2 y 4 grados Celsius. Esta es la temperatura ideal para
que los alimentos duren más y no haya crecimiento bacteriano.
2.
La puerta de la nevera es el
punto más cálido. Nunca guarde la leche en la puerta de la nevera.
3.
El punto más frío dentro de una
nevera, aparte del congelador, es la parte de abajo (el frío tiende a bajar).
Es el lugar ideal para almacenar carne, pescado y pollo que se va a consumir
pronto.
4.
Antes de hacer las compras,
verifique lo que ya tiene. Haga un inventario.
5.
Cuando compre, tenga cuidado con
las ofertas de llevar varios productos por el precio de uno. Asegúrese de que
vaya a consumir el producto adicional.
6.
Comprar alimentos con fechas de
vencimiento amplias es una buena estrategia. Sin embargo, las fechas que
indican "Consumir antes de…" significan que el producto tiene las
mejores características organolépticas dentro del rango mencionado. Las fechas
de vencimiento no son camisas de fuerza.
7.
Aprenda a utilizar las sobras.
Prepárelas en pastas, arroces, huevos y otras recetas.
8.
Empaque al vacío. Esta
estrategia, si se hace con asepsia, prolonga la vida de los alimentos.
9.
Utilice el congelador.
10.
Nunca pero nunca meta sus dedos
en la comida, introduzca implementos sucios en esta, cocine sin lavarse las
manos continuamente, tome leche directamente del recipiente, y nunca deje
pastas, arroz y otros cereales cocinados fuera de la nevera. Las bacterias en
nuestra boca, aproximadamente 800 tipos, pueden descomponer la comida, incluso
si está refrigerada. En el caso del arroz, pastas y otros cereales si no se
refrigeran, pueden causar intoxicaciones, a menudo confundidas con los famosos “virus”.
11.
Elimine la creencia de que no se
puede meter comida caliente en la nevera porque se vinagra. ESO ES UN MITO. Lo
que sí es cierto es que, si ponemos muchos productos calientes en la nevera
hasta el punto de calentar los demás productos en ella, el calentamiento total
dentro de la nevera puede dañar algunos alimentos.
12.
Algunos vegetales se dañan menos
fuera de la nevera que dentro. Aprenda a reconocer cuáles.
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